FORO U OFERTA. LAS CABEZADAS

La Imperial Cofradía asiste a la Ceremonia de las Cabezadas tras invitación cursada puntualmente cada año por el Excmo. Ayuntamiento de León. El origen de la Ceremonia del Foro u Oferta, más conocida por las Cabezadas es relatada por Lucas de Tuy, Canónigo de San Isidoro, en su obra Milagros de San Isidoro según la cual:

Reinando el católico Rey D. Fernando, hijo del Emperador D. Alfonso, vino tan gran sequedad a la tierra por defecto de las lluvias, que todas las cosas verdes con el gran estío se secaron […] Los vecinos de León tomaron el cuerpo santo del muy bien aventurado San Isidoro, y con su procesión, los pies descalzos, cantando himnos y alabanzas a Dios, lo sacaron y llevaron casi por dos millas fuera de la ciudad; y como llegaron a un término que está cerca el lugar de Trobajo del Camino, donde por causa de aquello se hizo una ermita que se llama San Isidoro del Monte, hiciéronse allí aquellos santos miembros del glorioso cuerpo tan pesados, que los presbíteros que lo llevaban sobre sus hombros, de pura necesidad, hubieron de descansar y fue tanta la pesadumbre del santo cuerpo, que muchos millares de hombres en ninguna manera lo podían mover. Y algunos que no creían ser hecho aquello por milagro, murmurando contra los presbíteros que llevaban el santo cuerpo, llegábanse a porfía, presumiendo y tentando a levantar el arca del santo cuerpo, y no podían moverla, y como gran multitud de hombres trabajasen en esto, y viesen que no les aprovechaba nada, estaban todos los leoneses muy tristes y no sabían que hacer en aquel caso […] Vino súbitamente gran copia de lluvias […], se gozaban mucho todos del beneficio de las lluvias, mas estaban muy tristes de corazón porque no podían tornar a la ciudad el cuerpo santo del glorioso San Isidoro e hicieron traer allí tiendas y pabellones, y velaban y guardaban el cuerpo del santo […]

Y como lo suso dicho vino a noticia de la reina Doña Sancha, movida con gran dolor de su corazón, llorando y velando, se fue luego a gran prisa para aquel lugar donde el santo cuerpo estaba; y al tiempo que así vino la reina, la comunidad y vecinos de la ciudad de León hicieron juramento solemne de nunca más sacar el cuerpo santo de su iglesia, si él tuviese por bien de ser tornado a ella […], así como la reina con sus manos tocó las andas en que estaba el santo cuerpo, luego se movió de aquel lugar, y todos tuvieron tan temor y se espantaron de verlo, y por voluntad e inspiración de nuestro Señor se llegaron luego allí cuatro niños chiquititos y levantaron las andas, las cuales cuatro hombre muy valientes, apenas podían levantar…

Datado el milagro en 1158, y desde aquella fecha, el Corregimiento de la Ciudad de León, decidió pagar u ofrecer todos los años un tributo a San Isidoro por mediación de sus representantes. Así lo relata en sus crónicas que se conservan en el Archivo Isidoriano, Lucas de Tuy.

La escenografía de la Ceremonia de las Cabezadas comienza con la comitiva del Ayuntamiento de León, en forma de Ciudad, hacia la Real Basílica Colegiata de San Isidoro. En dicha comitiva destacan los maceros de la Ciudad, en número de cuatro por privilegio Real concedido por Juan II en el siglo XV y renovado en 1666, la Banda de Municipal de Música y sobre todo el Pendón Real de León.

A título de oferta al Santo Isidoro, Patrono de este nobilísimo Reino, el Corregimiento entregará un cirio de arroba bien cumplida, y dos hachas de cera.

En el atrio de la Basílica Isidoriana esperará el Abad y Cabildo Isidoriano escoltados por las Damas y Caballeros de la Muy Ilustre, Real e Imperial Cofradía del Milagroso Pendón de San Isidoro y su Milagroso Pendón.

Una vez en el claustro de la Basílica, el síndico municipal y el capitular colegial defenderán en tres ingeniosas intervenciones cada uno su postura:

El cirio de arroba bien cumplida y las dos hachas de cera que el Corregimiento ofrenda a San Isidoro constituyen para la municipalidad una oferta que se realiza libre y voluntariamente. Por el contrario, para el Cabildo Isidoriano representan un foro, una carga exigible, una obligación a la que está sometido el municipio leonés.

Como es tradicional, cada año la lucha dialéctica quedará en tablas, emplazándose a repetirse el año siguiente

Tras la Santa Misa y a modo de despedida, la Corporación Municipal y el Cabildo Isidoriano realizarán tres acentuadas reverencias en señal de cortesía, unos ya desde la plaza y otros desde el atrio de la Basílica, la última de las reverencias se realiza con la mano puesta en el corazón.

La excesiva inclinación al hacer las reverencias, es lo que ha venido a denominar popularmente la Ceremonia del Foro u Oferta, como las Cabezadas.